El primer maestro que tuvo Santa Clara fue un natural de Jamaica, inválido, llamado Blas Martín que enseñaba gratuitamente las primeras letras a los niños en época tan lejana como 1689. La primera escuela comenzó a trabajar en el año 1712 en la ermita del Carmen y atendida personalmente por el sacerdote Juan de Conyedo que daba clases a los varones; mientras que a las niñas les enseñaba a leer y escribir Doña Agueda García, esposa del poeta José Surí quien fue el primer bardo cubano.

§I

Vista del Parque Leoncio Vidal. Centro de la Ciudad.

La vida económica de la Santa Clara tuvo sus principales rubros en la ganadería con la venta de carnes y cueros salados a varios lugares de la Isla, además del activo comercio de contrabando que durante muchos años desarrolló, y el cultivo de trigo. Caminando hacia el final de la actual calle Serafín García (antes Nazareno), al pasar un puente sobre el Bélico, nos encontramos con los restos de un antiguo pozo, conocido por Los Molinos, que era el que surtía agua a un molino de trigo que allí se levantaba.

El crecimiento de la villa fue lento pero sostenido, poco a poco se fueron trazando otras calles que curiosamente fueron denominadas con nombres religiosos, tales como San José, Sancti Spíritus, San Agustín, La Gloria del Calvario, La Cruz, San Mateo, San Vicente, San Pablo, San Pedro, etc., y que con el decursar de los años fueron rebautizados con nombres de patriotas distinguidos en la lucha contra el colonialismo español; Enrique Villuendas, Juan Bruno Zayas, José B. Alemán, Leoncio Vidal, Carlos Roloff, Coronel Gálvez, Eduardo Machado Gómez o con nombres de caídos en la lucha contra la tiranía machadista como Rolando Pardo, Chiquitín Pedraza, o figuras ilustres de la ciudad como Julio Jover, Manuel Dionisio Gonzáles, etc. Es digno de señalarse el hecho de que Santa Clara tiene más mártires y patriotas que calles para honrarlos.

§II

También es a iniciativa del Padre Conyedo que se reconstruyera la primera iglesia que en 1738 fue sustituida por un nuevo templo de mampostería edificado en el mismo lugar, y que fue denominada Iglesia Mayor, por lo que la plaza que se encontraba al lado suyo recibió desde entonces el nombre de Plaza Mayor y es a un costado de esta iglesia que estuvo el primer cementerio villaclareño, aparte de la tradicional costumbre de sepultar a altos funcionarios civiles, militares o religiosos dentro de la propia iglesia. Obra de Conyedo fueron la llamada Ermita de la Candelaria edificada donde hoy se encuentra el Teatro La Caridad y también fue el primer hospital que tuvo la villa.

En su honor y de otro sacerdote que mucho hizo por la educación de los niños en Santa Clara, se levanta en el hoy Parque Leoncio Vidal Caro un obelisco de granito gris que fue costeado por la benemérita patriota villaclareña Doña Marta Abréu de Estévez quien realizó numerosas obras en beneficio de la ciudad.

Digno de conocerse es el hecho de que aquellos que nacieron en Santa Clara y fueron bautizados en la pila de la Iglesia Mayor se les dio el apelativo de pilongos que sustituyó al de poblanos como inicialmente se les llamaba. Ser pilongo es garantía de ser villaclareño legítimo y puro.

Otro hecho interesante relacionado con la fundación de Santa Clara es que cuando los remedianos llegaron a las márgenes del río Cubanicay encontraron allí una rústica cruz de madera la que años más tarde y a iniciativa de un vecino fue sustituida por otra de mármol que aún se conserva y que forma parte de nuestras más apreciadas leyendas villaclareñas; la leyenda del Puente de la Cruz.

§III

Aquella modestísima y pobre villa fundada el 15 de julio del año 1689 es hoy la sexta ciudad de Cuba, con más de un cuarto de millón de habitantes; posee grandes industrias, centros superiores de estudio, tiene sus calles asfaltadas y está dotada de acueducto y alcantarillado y es la capital de la actual provincia de Villa Clara.

A las guerras contra el colonialismo español Santa Clara aportó gran número de sus hijos, la mayoría de ellos caídos gloriosamente en el campo de batalla asesinados después de haber sido tomados prisioneros. Durante las tiranas de Machado y de Batista nuevos nombres se sumaron al mártirologio villaclareño y no podemos dejar en el olvido que, precisamente en ella, se libró la última batalla en la guerra de Liberación Nacional y muchas de sus actuales edificaciones muestran las huellas de los balazos recibidos como el Hotel Santa Clara Libre o el bello monumento mármol levantado en el Parque del Carmen en memoria de los fundadores; que presenció El combate por la toma de la Jefatura de la Policía donde cayó herido de muerte el Capitán Roberto Rodríguez, “El Vaquerito”, en cuyo honor se levanta en el mismo parque una estela recordativa de esa acción.

Allí, al lado del monumento a los fundadores se alza un tamarindo glorioso. No es precisamente aquel bajo cuya sombra oyeron misa los fundadores; los más de 300 años transcurridos desde entonces hicieron morir al primero y los que después se fueron sembrando posteriormente. Este que tenemos es el cuarto tamarindo pero no por eso deja de ser menos glorioso, lo cual se pone de manifiesto cada 15 de julio, aniversario de la fundación de la ciudad. Siempre al pie del mismo se celebra la fiesta que sirve para recordar, a propios y extraños, que a la sombra de un árbol se reunió un día un pequeño grupo de personas que unieron sus esfuerzos y brazos para sentar las bases de lo que 300 años más tarde sería una espléndida, bella y acogedora ciudad, la actual Santa Clara, cuna de esforzados trabajadores, de abnegados patricios, de valientes y corajudos hombres de acción revolucionaria. [1]Si tenemos en cuenta la fecha y las circunstancias históricas del país en la que este texto fue publicado, se entenderá mejor el tono patriótico y arengador de las últimas oraciones.


Luis A. García Gonzáles

Dr. Luis A. García Gonzáles. Nació en Santa Clara el 18 de enero de 1917. Es graduado de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Ha sido profesor de las Universidades de Oriente y de la Central de Las Villas. También del Pre-Universitario "Osvaldo Herrera" de Santa Clara.

Galardonado en 5 ocasiones en el Concurso de Historia 1ro. de Enero.

Tiene editadas por la Editora Política las biografías de Orestes de la Torre Morgado y de Juan Alberto Días Gonzales. Ha publicado artículos en Granma[2]Periódico oficial del Gobierno cubano de alcance nacional, Bastión, Vanguardia y en las revistas Transporte, Mar y Pesca, Cubanacán y el Boletín 8/16 de Cine Club Cubanacán[3]Revistas y periódicos de alcance local y nacional. Cinco guiones suyos ha merecido premios en los Festivales del Cine Club Cubanacán.[4]Festival de Cine aficionado que tiene lugar en el centro de la Isla anualmente.

Edición: Angel Cristóbal García
Fuente: 
Colección Escambray, Santa Clara, 1993. Impreso en Cuba por PUBLICIGRAF
https://cubasi.cu/es/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/66457-santa-clara-una-ciudad-de-historia-cultura-y-juventud

Ref.

Ref.
1 Si tenemos en cuenta la fecha y las circunstancias históricas del país en la que este texto fue publicado, se entenderá mejor el tono patriótico y arengador de las últimas oraciones.
2 Periódico oficial del Gobierno cubano de alcance nacional
3 Revistas y periódicos de alcance local y nacional
4 Festival de Cine aficionado que tiene lugar en el centro de la Isla anualmente.