Cuando los muertos salían, los cuentos de aparecidos andaban a la orden del día, pues con frecuencia se mostraban, ya por simple deseo de asustar, ya para hacer revelaciones a quien quisiera oírlas, o para pedir misas.
Las manifestaciones más corrientes eran: una gallina seguida de sus polluelos; un perro negro que no ladraba; un recién nacido llorando o un hombre sin cabeza. Ah! Otra forma, aunque no visible, era arrastrar cadenas o dar aldabonazos en las puertas.
Ya dijimos que algunos aparecidos hacían revelaciones, entre las que no faltaban la indicación de algún lugar donde había dinero enterrado, que no eran pocos al decir del vulgo, dado que no habiendo Bancos, los ahorros iban a para a una botija de barro, u otro recipiente apropiado, que luego de enterrado bajo la cama, o al pie de un árbol añoso, que era lo más corriente.
Si, de una parte, no faltaban los pusilánimes que nada querían saber de “dinero de muertos”, otros lo buscaban con ahínco. Pero también se dividían en dos clases: los que no dudaban de que, al dar con el entierro, hallarían buenas peluconas y doblones de a cuatro; y los que, un poco recelosos, porque, tratándose de muertos, lo que habrían de encontrar serian carbones, que había que rociar con agua bendita, para que en el acto se transformasen en constantes y sonantes piezas de oro. El resultado final era el mismo.
Una revelación de tal índole fue hecha a un isleño canario, nombrado Don Carlos, capataz de una cuadrilla de reparación de la vía férrea, en el tramo de esta ciudad a Azotea de Mora, y ni tardo ni perezoso, utilizó los hombres de su cuadrilla para abrir un profundo hoyo, junto a un viejo mamey, inmediato a la vía, a la salida del pueblo; y firme creyente de que hallaría los dichos carbones, fue pulverizando la tierra que sacaban sus jornaleros, dispuesto a hacer uso del agua bendita; pero a lo que parece, el muerto le mintió, porque el resultado fue absolutamente negativo.
Si el lector cree que este isleño que sabía leer y escribir, estaba loco, sepa que tal creencia era muy popular entre los buscadores de dinero enterrado, o “dinero de muerto” como se llamaba, que siempre andaban en busca de un derrotero, o indicación del sitio en que había, o debía haber un entierro; manía o afición que ha tenido que desaparecer porque, como se ha dicho antes, ya los muertos no salen, ni para meter miedo, ni —lo que es más de lamentar—, para decir dónde está la guaca.
Autor: Florentino Martínez
Edición: Ángel Cristóbal García
Ilustraciones: Fernando Caluff
El primer maestro que tuvo Santa Clara fue un natural de Jamaica, inválido, llamado Blas Martín que enseñaba gratuitamente las primeras letras a los niños en época tan lejana como 1689. La primera escuela comenzó a trabajar en el año 1712 en la ermita del Carmen y atendida personalmente por el sacerdote Juan de Conyedo que daba clases a los varones; mientras que a las niñas les enseñaba a leer y escribir Doña Agueda García, esposa del poeta José Surí quien fue el primer bardo cubano.
§I
La vida económica de la Santa Clara tuvo sus principales rubros en la ganadería con la venta de carnes y cueros salados a varios lugares de la Isla, además del activo comercio de contrabando que durante muchos años desarrolló, y el cultivo de trigo. Caminando hacia el final de la actual calle Serafín García (antes Nazareno), al pasar un puente sobre el Bélico, nos encontramos con los restos de un antiguo pozo, conocido por Los Molinos, que era el que surtía agua a un molino de trigo que allí se levantaba.
El crecimiento de la villa fue lento pero sostenido, poco a poco se fueron trazando otras calles que curiosamente fueron denominadas con nombres religiosos, tales como San José, Sancti Spíritus, San Agustín, La Gloria del Calvario, La Cruz, San Mateo, San Vicente, San Pablo, San Pedro, etc., y que con el decursar de los años fueron rebautizados con nombres de patriotas distinguidos en la lucha contra el colonialismo español; Enrique Villuendas, Juan Bruno Zayas, José B. Alemán, Leoncio Vidal, Carlos Roloff, Coronel Gálvez, Eduardo Machado Gómez o con nombres de caídos en la lucha contra la tiranía machadista como Rolando Pardo, Chiquitín Pedraza, o figuras ilustres de la ciudad como Julio Jover, Manuel Dionisio Gonzáles, etc. Es digno de señalarse el hecho de que Santa Clara tiene más mártires y patriotas que calles para honrarlos.
§II
También es a iniciativa del Padre Conyedo que se reconstruyera la primera iglesia que en 1738 fue sustituida por un nuevo templo de mampostería edificado en el mismo lugar, y que fue denominada Iglesia Mayor, por lo que la plaza que se encontraba al lado suyo recibió desde entonces el nombre de Plaza Mayor y es a un costado de esta iglesia que estuvo el primer cementerio villaclareño, aparte de la tradicional costumbre de sepultar a altos funcionarios civiles, militares o religiosos dentro de la propia iglesia. Obra de Conyedo fueron la llamada Ermita de la Candelaria edificada donde hoy se encuentra el Teatro La Caridad y también fue el primer hospital que tuvo la villa.
En su honor y de otro sacerdote que mucho hizo por la educación de los niños en Santa Clara, se levanta en el hoy Parque Leoncio Vidal Caro un obelisco de granito gris que fue costeado por la benemérita patriota villaclareña Doña Marta Abréu de Estévez quien realizó numerosas obras en beneficio de la ciudad.
Digno de conocerse es el hecho de que aquellos que nacieron en Santa Clara y fueron bautizados en la pila de la Iglesia Mayor se les dio el apelativo de pilongos que sustituyó al de poblanos como inicialmente se les llamaba. Ser pilongo es garantía de ser villaclareño legítimo y puro.
Otro hecho interesante relacionado con la fundación de Santa Clara es que cuando los remedianos llegaron a las márgenes del río Cubanicay encontraron allí una rústica cruz de madera la que años más tarde y a iniciativa de un vecino fue sustituida por otra de mármol que aún se conserva y que forma parte de nuestras más apreciadas leyendas villaclareñas; la leyenda del Puente de la Cruz.
§III
Aquella modestísima y pobre villa fundada el 15 de julio del año 1689 es hoy la sexta ciudad de Cuba, con más de un cuarto de millón de habitantes; posee grandes industrias, centros superiores de estudio, tiene sus calles asfaltadas y está dotada de acueducto y alcantarillado y es la capital de la actual provincia de Villa Clara.
A las guerras contra el colonialismo español Santa Clara aportó gran número de sus hijos, la mayoría de ellos caídos gloriosamente en el campo de batalla asesinados después de haber sido tomados prisioneros. Durante las tiranas de Machado y de Batista nuevos nombres se sumaron al mártirologio villaclareño y no podemos dejar en el olvido que, precisamente en ella, se libró la última batalla en la guerra de Liberación Nacional y muchas de sus actuales edificaciones muestran las huellas de los balazos recibidos como el Hotel Santa Clara Libre o el bello monumento mármol levantado en el Parque del Carmen en memoria de los fundadores; que presenció El combate por la toma de la Jefatura de la Policía donde cayó herido de muerte el Capitán Roberto Rodríguez, “El Vaquerito”, en cuyo honor se levanta en el mismo parque una estela recordativa de esa acción.
Allí, al lado del monumento a los fundadores se alza un tamarindo glorioso. No es precisamente aquel bajo cuya sombra oyeron misa los fundadores; los más de 300 años transcurridos desde entonces hicieron morir al primero y los que después se fueron sembrando posteriormente. Este que tenemos es el cuarto tamarindo pero no por eso deja de ser menos glorioso, lo cual se pone de manifiesto cada 15 de julio, aniversario de la fundación de la ciudad. Siempre al pie del mismo se celebra la fiesta que sirve para recordar, a propios y extraños, que a la sombra de un árbol se reunió un día un pequeño grupo de personas que unieron sus esfuerzos y brazos para sentar las bases de lo que 300 años más tarde sería una espléndida, bella y acogedora ciudad, la actual Santa Clara, cuna de esforzados trabajadores, de abnegados patricios, de valientes y corajudos hombres de acción revolucionaria. [1]Si tenemos en cuenta la fecha y las circunstancias históricas del país en la que este texto fue publicado, se entenderá mejor el tono patriótico y arengador de las últimas oraciones.
Luis A. García Gonzáles
Dr. Luis A. García Gonzáles. Nació en Santa Clara el 18 de enero de 1917. Es graduado de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Ha sido profesor de las Universidades de Oriente y de la Central de Las Villas. También del Pre-Universitario "Osvaldo Herrera" de Santa Clara.
Galardonado en 5 ocasiones en el Concurso de Historia 1ro. de Enero.
Tiene editadas por la Editora Política las biografías de Orestes de la Torre Morgado y de Juan Alberto Días Gonzales. Ha publicado artículos en Granma[2]Periódico oficial del Gobierno cubano de alcance nacional, Bastión, Vanguardia y en las revistas Transporte, Mar y Pesca, Cubanacán y el Boletín 8/16 de Cine Club Cubanacán[3]Revistas y periódicos de alcance local y nacional. Cinco guiones suyos ha merecido premios en los Festivales del Cine Club Cubanacán.[4]Festival de Cine aficionado que tiene lugar en el centro de la Isla anualmente.Edición: Angel Cristóbal García
Fuente:
Colección Escambray, Santa Clara, 1993. Impreso en Cuba por PUBLICIGRAF
https://cubasi.cu/es/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/66457-santa-clara-una-ciudad-de-historia-cultura-y-juventud
Si tenemos en cuenta la fecha y las circunstancias históricas del país en la que este texto fue publicado, se entenderá mejor el tono patriótico y arengador de las últimas oraciones.
El día 1.º de junio de 1689 las autoridades del cabildo remediano, el alcalde Miguel Rodríguez y el regidor Antonio Díaz de Acevedo, elevaron un escrito a las más altas autoridades españolas solicitando la mudanza definitiva para el hato de Antonio Díaz, lo que fue aceptado por el gobernador Viana de Hinojosa el que con fecha de ese mismo mes y año dictó un auto autorizando lo solicitado.
§1
En fecha escogida para partir, no con el propósito de traslado sino de fundar un nuevo centro urbano, salen de Remedios las siguientes familias [1]Nótese como anteriormente se hablaba de 17 Familias, aquí constan solo 7 familias con dos personas separadas. Incongruencias como estas no son explicadas en la fuente original. Es muy probable que … Continue reading
Manuel Rodríguez (alcalde de Remedios) y su familia ……….. 4 personas
El Capitán Gabriel de Moya y familia …………………………… 10
Juan González de la Cruz y familia ………………………………. 4
Gaspar Bermúdez y familia ……………………………………….. 6
Ana María Rodríguez y familia …………………………………… 5
Bernarda Torres y familia …………………………………………. 3
Juan Antonio Noble y familia …………………………………….. 3
Regidor Esteban Díaz ……………………………………………… 1
Fray Salvador Guillén del Castillo ……………………………… . 1
Es así como, después de una penosa marcha a campo traviesa y teniendo que pasar ríos de abundante caudal por ser etapa de lluvias, que -según las últimas investigaciones- llegan al cuartón Orejanos de la hacienda Ciego de Santa Clara un total de 37 personas, de ellas siete familias y dos personas solas, el regidor y el sacerdote.
Este reducido grupo se une al pie de un frondoso tamarindo, que se encontraba en la parte superior de una pequeña elevación del terreno que más tarde sería denominada Loma del Carmen, con los descendientes de Antonio Díaz y de Pavia, que integraban las familias de los Díaz de Pavía y los Rojas de Pavía (138 personas) con el objetivo de efectuar el ritual acostumbrado por los conquistadores españoles de decir una misa de rogativas solicitando todo género de venturas del altísimo para la nueva villa que se iba a fundar, ritual este que oficia precisamente Fray Salvador Guillén del Castillo.
Queremos aclarar que el vecino remediano Juan González de la Cruz es hermano del sacerdote José González de la Cruz quien no tardaría mucho en liar sus bártulos y establecerse en la nueva villa.
Cumplidos los deberes religiosos la comitiva integrada por 175 personas se pone en marcha loma abajo buscando un lugar apropiado para levantar sus nuevos hogares y lo encontraron a corta distancia del que sería en el futuro famoso tamarindo.
§II
Seleccionado el lugar, se hizo el trazado de un área destinada a plaza también, de acuerdo con las tradiciones españolas, se levantó en un ángulo de la misma una modesta iglesia de paredes de madera de palmas y techo de guano y la casa consistorial; era el día 15 de julio de 1689, fecha que ha quedado oficialmente para conmemorar la fundación de Santa Clara.
Terminada la casa donde oficiaría el cabildo se procedió a la elección de su alcalde y es electo como primero Manuel Rodríguez. Las primeras viviendas familiares fueron también construidas de madera de palma y techo de guano y se comenzaron a edificar a lo largo de la primera calle que se trazó, la que durante algún tiempo se le llamó Calle de los Crímenes y posteriormente, después de fabricada la Iglesia del Buen Viaje que se encuentra al final de la misma, pasó a llamarse calle Buen Viaje, aunque su real nombre es hoy día Rolando Pardo en recuerdo de un combatiente de la lucha contra la tiranía machadista, lo cierto es que para todos continúa llamándose calle Buen Viaje.
§III
Ahora se presentó una situación especial con referencia al nombre que debía darse a la villa recién nacida, de acuerdo con viejas crónicas, durante sus primeros años fue conocida como Ciego de Santa Clara, después Cayo-Nuevo, Villa Nueva de Santa Clara del Cayo, Pueblo Nuevo de Antonio Díaz, hasta que el 16 de agosto de 1695, a propuesta del edil, entonces alcalde ordinario de la villa ostentando el grado de Capitán Juan Sardui, se toma el acuerdo de darle por nombre el de GLORIOSA SANTA CLARA, por ser el 15 de julio la fecha consagrada por el ritual católico a la virgen de Santa Clara de Asís, aprobándose asimismo que esta virgen sería la patrona de la villa. No obstante este formal acuerdo, durante más de 200 años se le llamó VILLA CLARA y así consta en las Actas Capitulares de la época. En 1864 cuando la Reina de España Isabel II le concede la categoría de ciudad lo hace a Villa Clara, no a Santa Clara.
Reafirmando la tesis de Natalia Raola referente a la gran cantidad de personas que ya vivían en la hacienda Ciego de Santa Clara, tenemos un mensaje que un grupo de mujeres remedianas con fecha 9 de octubre de 1690 dirigió al obispo Diego Evelino de Compostela, donde refiriéndose a la fundación de la nueva villa dicen:
(…) solo es de utilidad para aquellos que quisieron mudarse por tener a la redonda muy circunvecinas sus haciendas de campo, pues sin haberse mudado, ni hecho población de pueblo, solían estarse todo el año en el campo sin venir a este lugar (…)
Santa Clara quedó como abrazada por dos corrientes de agua, una el llamado Arroyo de la Sabana (más tarde el poeta matancero Gabriel de la Concepción Valdés, “Plácido” lo bautizaría con el nombre de Bélico que aún ostenta) y el Arroyo Cubanicay, nombre de origen indígena. Dentro del perímetro del naciente poblado existía una laguna que llamaban De los Patos de donde corría un arroyuelo que se prolongaba por la actual calle de Cuba, seguía por Maestra Nicolasa hasta desembocar en el Bélico y que se llamó Marmolejo que ya ha dejado de correr por haberse agotado el manantial que lo alimentaba. Famosos en los primeros años fueron los baños que tuvo el Bélico y que a falta de playas eran lugares donde era costumbre darse un chapuzón, entre ellos podemos citar el de Borroto, el de Misioneros (por acostumbrarse a bañar allí frailes capuchinos), el Jácaro, el Copey por la gran cantidad de este tipo de árboles que había en sus orillas, la Poza del Fraile, la del Padre Lamadrid (en memoria del presbítero D. Antonio Lamadrid que acostumbraba ir allí a bañarse), el Tejar y la Cucusubia.
Luis A. García Gonzáles
Dr. Luis A. García Gonzáles. Nació en Santa Clara el 18 de enero de 1917. Es graduado de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Ha sido profesor de las Universidades de Oriente y de la Central de Las Villas. También del Pre-Universitario "Osvaldo Herrera" de Santa Clara.
Galardonado en 5 ocasiones en el Concurso de Historia 1ro. de Enero.
Tiene editadas por la Editora Política las biografías de Orestes de la Torre Morgado y de Juan Alberto Días Gonzales. Ha publicado artículos en Granma[2]Periódico oficial del Gobierno cubano de alcance nacional, Bastión, Vanguardia y en las revistas Transporte, Mar y Pesca, Cubanacán y el Boletín 8/16 de Cine Club Cubanacán[3]Revistas y periódicos de alcance local y nacional. Cinco guiones suyos ha merecido premios en los Festivales del Cine Club Cubanacán.[4]Festival de Cine aficionado que tiene lugar en el centro de la Isla anualmente.Edición: Angel Cristóbal García
Fuente:
Colección Escambray, Santa Clara, 1993. Impreso en Cuba por PUBLICIGRAF
http://www.vanguardia.cu/villa-clara/14749-santa-clara-la-mia
Foto: Carlos Rodríguez Torres
Nótese como anteriormente se hablaba de 17 Familias, aquí constan solo 7 familias con dos personas separadas. Incongruencias como estas no son explicadas en la fuente original. Es muy probable que los descendientes de los cuales se habla luego: Díaz de Pavia y Rojas de Pavia sean los que completaron el número de 17 familias especificado.
Jamás he comprendido porqué nuestra ciudad perdió la tradición e celebrar sus cumpleaños; he buscado en los archivos y preguntado a los más viejos: -!nadie sabe!-
Y un día cuando las campanas del Carmen tocaron a rebato anunciando el inicio de los festejos por el 300 Aniversario de la fundación; cuando vi los vecinos inundando las calles y los portales repletos de estanquillos; y a los niños correr ante “el Niño de la Bota”: entonces comprendí la magnitud del tradicidio[1]Juego de palabras que combina las palabras Tradición y Homicidio para referirse al hecho de “dar muerte” a las tradiciones. felizmente superado. Los hombres no deberían perder nunca la memoria de sus pueblos.
§ I
Si Ud. se encuentra de visita en nuestra ya tricentenaria villa que hoy conocemos por Santa Clara, mucho le recomendamos que no deje de visitar un parque denominado del Carmen, ya que él mismo es parte integrante de nuestra pequeña historia local.
Allí en el Parque del Carmen encontrará una iglesia que en tiempos de la, colonia en determinados momentos, fue cárcel para patriotas villaclareñas tal como lo recuerda una tarja de bronce que está frente de la misma. Existe, ademas un monumento de mármol en forma de espiral ascendente que tiene 17 columnas con los nombres de aquellos que según una vieja tradición fueron los fundadores de la villa y al lado podrá contemplar un tamarindo que forma parte de nuestra historia.
Según una vieja tradición que recoge el historiador Manuel D. Gonzáles en su obra publicada el pasado siglo, allá por el año 1689, 17 familias de la villa de San Juan de los Remedios, ubicada en la costa norte de la actual provincia de Villa Clara, aterrorizados por los frecuentes asaltos y desmanes de corsarios y piratas que en más de una ocasión había saqueado la población, decidieron trasladarla a un lugar mas protegido en el interior del país, lo que realizaron el 15 de Julio de 1689, estableciéndose en el cuartón Orejanos de la hacienda Ciego de Santa Clara. Después de haber oído misa al pie de un frondoso tamarindo que se encontraba en lo alto de una pequeña loma, comenzaron a levantar las primeras edificaciones.
Esto hasta aquí es lo fundamental de la famosa y antigua tradición sobre la fundación de Santa Clara, la que después de amplias y profundas investigaciones realizadas por la historiadora remediana, recientemente fallecida[2]En el tiempo en que este trabajo fue impreso, 1993., Natalia Raola Ramos ha quedado desvirtuada y ha quedado simplemente en eso, en una añeja tradición o leyenda entre las muchas que tiene la ciudad.
§II
Es necesario partir para llegar a conocer la verdad histórica, de un suceso que tuvo lugar el 29 de julio de 1646, o sea 43 años antes de la fecha de la fundación, cuando el Cabildo de Sancti Spíritus que por entonces tenía jurisdicción sobre grandes extensiones de tierra en la región central de la Isla, otorgó una hacienda que llevaba por nombre CIEGO DE SANTA CLARA a un vecino de Remedios llamado Antonio Díaz y de Pavia, casado con la también Remediana Graciana Tamayo Reinoso los que de inmediato pasaron a vivir en la misma. Allí procrearon una extensa familia que tenía como principal actividad económica un activo comercio de rescate (contrabando) con los llamados bucaneros (individuos que merodeaban por las costas burlando el monopolio comercial que España había impuesto a sus colonias).
Con el decursar de los años el núcleo familiar encabezado por Antonio Días llegó a quedar integrado por 138 personas a las que en su conjunto Natalia Raola denomina LA GRAN FAMILIA por considerarlos a todos como una sola.
Graves problemas enfrentaba Remedios que solamente tenía por entonces unos 600 vecinos, el eje del asunto era los criterios que existían acerca del traslado de la población hacia otro lugar o el de dejarla en su lugar de origen.
Tres eran los criterios que se debatían entre los remedianos; un grupo estaba conforme con lo que solicitaba el sacerdote José Gonzáles de la Cruz, quien impulsaba el traslado hacia una hacienda suya llamada El Copey; otros eran partidarios del también sacerdote Cristóbal Bejerano Valdés quien era defensor de que el traslado se hiciera hacia una propiedad suya, la hacienda llamada Santa Fé; un grupo de terratenientes remedianos encabezados por Jacinto de Rojas, Bartolomé del Castillo y Juan Jiménez se oponían a todo movimiento del poblado por tener sus intereses económicos cerca del núcleo urbano y el mismo sería perjudicial para ellos.
A los extremos que se llegó en este candente debate sobre el posible traslado de Remedios, lo relata de modo extenso e interesante el investigador Dr. Fernando Ortiz en su obra de gran valor histórico y folclórico titulada: Una pelea cubana contra los demonios que incluso fue llevada al cine hace pocos años. Según afirma el Dr. Fernando Ortiz el sacerdote José Gonzáles de la Cruz predicaba en sus sermones que toda la villa se encontraba en poder de los demonios, llegando hasta hacer un censo de los mismos que le arrojó un total de 800 000 demonios de toda índole quienes tenían el propósito de destruir Remedios y sus habitantes. Usando estas supuestas amenazas diabólicas, el cura incitaba a los vecinos a que sin mayor demora se trasladasen para su hacienda. Claro está que tanto Gonzáles de la Cruz como Bejerano lo que perseguían era obtener un beneficio personal con el movimiento de Remedios hacia sus respectivos predios, pues los solares serían vendidos a aquellos que edificasen sus moradas allí, al tiempo que tendrían fuerza de trabajo abundante para la explotación de sus fincas.
En este debate los intereses económicos de la llamada Gran Familia jugaban un papel preponderante por la urgente necesidad que ellos tenían de poseer un punto fijo para sus actividades comerciales lícitas e ilícitas y fue su opinión la que llegó a ser decisiva.
Luis A. García Gonzáles
Dr. Luis A. García Gonzáles. Nació en Santa Clara el 18 de enero de 1917. Es graduado de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Ha sido profesor de las Universidades de Oriente y de la Central de Las Villas. También del Pre-Universitario "Osvaldo Herrera" de Santa Clara.
Galardonado en 5 ocasiones en el Concurso de Historia 1ro. de Enero.
Tiene editadas por la Editora Política las biografías de Orestes de la Torre Morgado y de Juan Alberto Días Gonzales. Ha publicado artículos en Granma[3]Periódico oficial del Gobierno cubano de alcance nacional, Bastión, Vanguardia y en las revistas Transporte, Mar y Pesca, Cubanacán y el Boletín 8/16 de Cine Club Cubanacán[4]Revistas y periódicos de alcance local y nacional. Cinco guiones suyos ha merecido premios en los Festivales del Cine Club Cubanacán.[5]Festival de Cine aficionado que tiene lugar en el centro de la Isla anualmente.Edición: Angel Cristóbal García
Fuente:
Colección Escambray, Santa Clara, 1993. Impreso en Cuba por PUBLICIGRAF
http://www.vanguardia.cu/villa-clara/14749-santa-clara-la-mia
Foto: Carlos Rodríguez Torres
Desde una roca en el puerto, El Profeta contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra había de llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa gente. Pero el deber lo llamaba a su patria. había llegado la hora de partir. Atenuaba su melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vació de su ausencia.
Entonces un político de Elmira se le acercó y le dijo: Maestro, háblanos de los cubanos.
El Profeta recogió en un puño su alba túnica y dijo:
Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen.
Nunca subestiméis a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos y heretizan entre los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen simultáneamente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada y en los horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. Dicen que no creen en nadie, y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones, ni aprenden de las desilusiones.
No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido … de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas.
Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo menos el aplauso de otro cubano.
No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a un restaurante, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino “al mejor restaurante del mundo”. Cuando discuten, no dicen “no estoy de acuerdo con usted”, dicen “usted está completa y totalmente equivocado”.
“Tienen una tendencia antropofágica. “Se la comió”, es una expresión de admiración, “comerse un cable”, señal de situación crítica y llamarle a alguien “comedor de excrementos”, es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca, “ser la candela” es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción que llaman a las mujeres hermosas “monstruos” y a los eruditos “bárbaros”; y cuando se les pide un favor no dicen “si” o “no”, sino que dicen “sí, como que no”.
“Los cubanos intuyen las soluciones aún antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos “nunca hay problema”. Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen “chico”. Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva al estudio de un famoso pintor, se limitan a comentar “a mí nunca me dio por pintar”. Y van a los médicos, no a preguntarles, sino a decirles lo que tienen.”
“Usan los diminutivos con ternura, pero también con voluntad de reducir al prójimo. Piden “un favorcito”, ofrecen “una tacita de café”, visitan “por un ratico”, y de los postres solo aceptan “un pedacitico”. Pero también a quien se compra una mansión le celebran “la casita” que adquirió, o “el carrito” que tiene a quien se compró un coche de lujo.”
“Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría instantánea y colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, enderezar a la América Latina, erradicar el hambre en África y enseñar a los Estados Unidos a ser potencia mundial. Y se asombran de que las demás gentes no comprendan cuan sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre ustedes, y no acaban de entender porque ustedes no hablan como ellos.”
Había llegado la nave al muelle. Alrededor del Profeta se arremolinaba la multitud transida de dolor. El Profeta tornose hacia ella como queriendo hablar, pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación del timonel de la nave: “Decídase, mi hermano, dése un sabanaso y súbase ya, que ando con el schedul retrasao.”
El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo un gesto de resignación y lentamente abordó la cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al horizonte.
Al filósofo español se le atribuye un texto más amplio y muy similar a este que se muestra aquí sobre el pueblo Argentino. Leyendo un poco más sobre ambos autores podemos confirmar que fueron contemporáneos, siendo Julían Marías el mayor de ambos, ambos también obtuvieron títulos en la actual Universidad Complutense de Madrid, pues no sería de extrañar que Luis Enrique Aguilar se viera influenciado por la obra de Julían Marías o viceversa. Lo cierto es que este texto, adaptado o no, es una ilustración humorística muy agradable de leer y muchas veces acertada del carácter de La mayor de las Antillas